Nunca utilice limpiadores químicos agresivos, productos a base de acetona o limpiadores abrasivos.
Para la limpieza diaria, es suficiente quitar el polvo de los muebles con un plumero o un paño suave, sin pelusas, de microfibra. Utiliza una bayeta limpia, que esté ligeramente humedecida sólo con agua.
Para una limpieza en mayor profundidad, puedes humedecer el trapo con agua tibia y un poco de jabón neutro. No olvides enjuagarlo bien.
Limpia siempre en el sentido de la veta y sin restregar. Trata de proteger toda la belleza de la madera natural con sus texturas y vetas.
A continuación, seca el mueble muy bien con un trapo suave y seco para que no se humedezca la madera.
Recomendaciones generales:
Limpiar el polvo todos los días.
Protegerlos de la humedad. El agua y la humedad también provocan daños, así que presérvalos de estos elementos.
Evitar exponerlos a la luz directa del sol. El calor puede dañar la superficie del mueble, estropear ceras y barnices, además de comerse su color y su brillo, entre otros efectos nocivos. Por eso, es tan importante no dejar recipientes calientes directamente sobre la madera.
Cuidado con las manchas. No olvides servir bebidas y comidas en posavasos y manteles, en lugar de colocarlo directamente sobre la madera.
Evita también arrastrar elementos por encima de la superficie.
Hay tres tipos diferentes de productos: ceras, abrillantadores y limpiadores de silicona:
Las ceras se acumulan en la superficie y crean una película que ocultan la belleza natural.
Los limpiadores de silicona crean un brillo encantador y duradero, pero pueden filtrarse en la superficie de los muebles y hacer una barrera que no acepte manchas o lacas, evitando cualquier posibilidad de retocar los muebles en el futuro.
Los esmaltes para muebles que contienen aceites minerales, emulsionantes y detergentes son su mejor opción ya que no sólo limpian los muebles y restauran su brillo, sino que también crean una capa protectora contra el polvo y la suciedad.